El valor pedagógico de la lectura está en las experiencias narradas, reales o ficticias, que nos abren expectativas de vida y nos pueden fortalecer personalmente, ofreciendo posibilidades de aprendizaje social y de desarrollo personal.
La lectura, además, se adapta al lector ofreciendo tantas posibilidades como lectores se enfrentan a ella. No hay nada tan singular, personal y adaptativo como un texto literario, porque la lectura moviliza al lector, le conmueve, le despierta emociones y su cognición.
Del mismo modo, la literatura nos enseña a vivir, nos da la posibilidad de interpretar el mundo a través de las realidades que reflejan las historias. Las narrativas nos ofrecen un material para la reflexión y el análisis, permitiendo que el lector se ejercite en la toma de decisiones y que pueda identificarse con las situaciones que transcurren en el relato para llegar a convertirlas en experiencias vicarias con capacidad para orientar sus actitudes y comportamientos.